Cuando un bebé llega al mundo, llega a un lugar donde alguien lo espera. Hay un mundo simbólico que lo espera, lo recibe, lo preexiste. Antes de que él naciera, ese mundo social, cultural, ya estaba allí para recibirlo, para nombrarlo, para significarlo.
El bebé llega en un estado de indefensión tal, que sin la ayuda de otro se moriría. No sucede lo mismo con los animales. Los seres humanos necesitamos que otro (mamá, papá, tía, abuelo, etc.) nos cuide, nos mire, interprete nuestras necesidades (necesidad biológica- necesidad lógica), nos alimente, nos hable.
A medida que somos hablados, somos marcados, somos significados. Un niño puede escuchar a su mamá decir que él es el niño más lindo y bueno del mundo. Otro niño puede escuchar a su mamá decir cómo se arruinó la vida por quedarse embarazada de él. Tanto una situación como la otra dejarán marcas, huellas en ese ser. Estas marcas son la consecuencia del hecho de entrar en una sociedad e inscribirse en ella.
El mundo que recibe a este sujeto, a este bebé, el mundo simbólico, lo marca. Le da un nombre, le impone leyes, normas, le trasmite valores, le permite, le prohíbe. Ese sujeto nunca volverá a ser el conjunto vacío del que hablábamos. A partir del momento en que el conjunto vacío encierra en elemento significante, ya no está vacío. Ese sujeto ha sido marcado. Así podrá decir: “Soy ese significante”. El sujeto podrá maniobrar a partir de ese significante (S1), orientarse desde allí.
Llamaremos a ese S1: “dicho primero”. Se trata de un dicho primero. Hay que entenderlo como el dicho propio del sujeto, ese que aún dicho por otro (mamá, papá, abuela, etc.) fue dicho verdaderamente para él, y pudo ser escuchado por el sujeto como la anticipación de su destino.
El nombre también es una marca que puede tener influencia en nuestra vida. Habrá quien reciba su nombre de una bella actriz, de moda en la época en que nació; otro puede recibir el nombre de un excéntrico corredor de autos, de un personaje histórico, de un familiar fallecido. Las posibilidades infinitas, las marcas que dejarán en ese sujeto, también.
De la mano de otro, entramos en la cultura. Y cada uno tendrá que poder hacer algo con esas marcas recibidas.
Apunte elaborado por Prof. Florencia Vargas
Bibliografía utilizada: “Los signos del goce” J.A.Miller